La falta de sueño nos hace tener malos hábitos de alimentación pudiendo así producir un aumento de peso y el posible desarrollo de enfermedades metabólicas y cardiovasculares
¿a qué se debe esto?
Mientras dormimos en nuestro cuerpo se desarrollan ciertos procesos fundamentales para tener un buen estado de salud.
Podríamos decir que nuestro organismo entra en un estado de “reseteo” donde se producen cambios hormonales, bioquímicos y metabólicos que nos ayudan a mejorar nuestra salud;
se produce una disminución de la tensión arterial, disminuye la secreción gástrica, se liberan hormonas que favorecen la recuperación muscular
(hormona del crecimiento), se fortalece el sistema inmune y el cerebro asienta conocimientos y recuerdos para recibir otros nuevos.
Si no tenemos un sueño reparador todas estas funciones se ven alteradas.
Además de estas alteraciones, dormir poco o mal produce un desequilibrio en las hormonas que regulan la saciedad (leptina) y el apetito (ghrelina)
haciendo que tengamos más apetito y aumente el riesgo de sobrepeso y obesidad.
Este desequilibrio hormonal influye en la elección de alimentos y hay mayor probabilidad de comer alimentos de peor calidad:
más calóricos, ricos en grasa saturada y ricos en hidratos de carbono
refinados, buscando así compensar a través de la alimentación la falta de energía por no haber dormido bien.
Esta falta de energía también nos va repercutir en una menor actividad física debido al cansancio.
Por último, destacar que un sueño de mala calidad o la falta del sueño, también va a disminuir nuestra temperatura corporal haciendo que disminuya a su vez el
metabolismo basal, por lo que nuestro cuerpo no quemará o gastará las calorías necesarias.
El aumento de peso asociado a malos hábitos dificulta a su vez un sueño de buena calidad por lo que estaremos entrando en un círculo vicioso difícil de controlar.
Un sueño reparador puede verse afectado por muchos motivos: una mala alimentación, el trabajo, el estrés o haber modificado los hábitos naturales del sueño debido al uso de la luz eléctrica, por eso debemos intentar corregir estos hábitos llevando a cabo estas recomendaciones:
– Objetivo principal: dormir 7 horas efectivas.
– Establecer un horario e intentar levantarse y acostarse siempre a la misma hora.
– No prolongar las horas de sueño el fin de semana porque estarás alterando tu ritmo natural.
– Evitar las luces artificiales antes de irse a dormir y priorizar los modos nocturnos.
– Hacer ejercicio regularmente también ayuda a dormir mejor, sobre todo hacerlo antes de las siete de la tarde.
– Detectar los signos de sueño, hacerles caso e irnos a la cama (bostezo, escalofríos, menos atención)
– Evita actividad mental muy intensa, elabora una lista de las cosas que nos preocupan ayuda a organizar y despejar la mente para irnos a dormir.
– Evitar las cenas copiosas para que la secreción gástrica disminuya y nos deje dormir mejor.
– Mantener un peso y una alimentación saludable.